Cuando las parejas se van a casar, mucha gente les dice que la pasión que sienten el uno por el otro no les va a durar. Puede que esto sea parcialmente cierto, porque durante los primeros seis meses de conocerse, la catarata de hormonas conocida como «química», los tenía totalmente embelesados, en una situación de fascinación o deslumbramiento que los volvía «ciegos» a los defectos del otro.
Una vez que se conoce a la persona lo suficientemente bien como para notar sus defectos, la hormona de la euforia y la pasión, la oxitocina, no es producida en iguales cantidades. Hay inclusive una disminución del apetito sexual con el paso de los años y esto es normal. No es cierto que el amor se acaba. Lo que se acaba es el descubrimiento del otro, porque ya lo conocemos lo suficientemente bien como para no despertarnos la misma curiosidad que al principio.
La buena noticia es que cuando una pareja se ama con un amor basado en la fidelidad, la amistad y el compromiso, la pasión puede ser reavivada. Aquí les regalo algunos consejos prácticos:
1) Busque el placer de su pareja antes del propio: Ponga al otro primero, dejando el egoísmo y en el caso de los hombres, el machismo.
2) Reproduzca las posturas, juegos, besos y caricias que les producían mayor placer cuando tuvieron la mejor etapa de su vida sexual.
3) Estudie, explore y vuélvase un maestro en el conocimiento del cuerpo de su cónyuge. Esta es la ventaja de ser fieles y estar casados.
4) Traten de reconectar emocional y espiritualmente para que la intimidad sea aún más plena y satisfactoria. Para esto vayan a terapia de pareja o reciban consejería espiritual en su iglesia.
Las posibilidades de sentir pasión por el ser amado son ilimitadas e infinitas, depende del empeño que le pongamos. No seamos egoístas. Sobre todo y ante todo, procuremos el placer del otro.