La cultura occidental nos ha enseñado que la felicidad es algo intangible que los seres humanos alcanzamos cuando cumplimos una meta o concretamos algún sueño. Aunque ciertamente estos momentos nos llevan a picos de felicidad absoluta por la meta alcanzada, la vida resultaría muy triste si enfocáramos nuestro día a día en la búsqueda de la felicidad futura, descuidando nuestros pequeños logros diarios.
La felicidad es una condición intrínseca del ser humano. Forma parte de nosotros, pero muchas veces no la notamos por estar enfocados en la meta final, ya sea el negocio de nuestros sueños, el Ferrari rojo que deseamos desde niños, el matrimonio perfecto, nuestra familia, el apartamento de lujo… En fin, tantas posibles metas pendientes, que a veces obtenemos, pero luego sentimos que algo nos falta, algo más profundo que nos invite a vivir en el plano de la plenitud y la satisfacción interna por más tiempo.
Luego de haber vivido esto cientos de veces, decidí empezar a descubrir esa felicidad que surge de nuestro interior y que está presente en cada instante de nuestra vida. Ésa no se enfoca en las condiciones externas que limitan nuestra visión y hacen que la misma penda de un hilo, sino se centra en una búsqueda interna para encontrarnos con nosotros mismos.
Ahora te propongo que empieces a descubrir la felicidad interna de la que te hablo. Te propongo cinco fáciles hábitos, para que empieces a sentirte pleno y satisfecho en tu día a día:
-Disciplina tu mente. El humano solo es capaz de controlarse a sí mismo y a su mente. Todo lo que nos rodea son situaciones externas que solo pueden afectarnos si las dejamos entrar.
-Agradece. Tómate unos minutos diarios para agradecer cinco cosas que existan en tu vida, desde tu canción favorita hasta por haberte despertado por la mañana. Agradece por lo que quieras, pero hazlo.
-Sé gentil contigo mismo. Obsérvate una vez al día en el espejo, mírate a los ojos y piensa en todo lo que superaste en el pasado y en lo que eres hoy en día. Interioriza el hecho de que eres un ser humano que tiene brillo propio.
-Sé sincero. Practica diariamente la sinceridad, pregúntate cómo te sientes con las diferentes situaciones con las que te encuentras.
-Perdona. Cuando se habla de perdón, pensamos en hacerlo hacia un tercero, lo cual también es fundamental, pero nunca a nosotros mismos. Es necesario que empieces a practicar el perdón contigo mismo, piensa en todas aquellas situaciones por las que te sientes culpable. Analízalas, perdónate por haber actuado de la forma en que lo hiciste y déjalas ir.